Análisis

Violencia feminicida: ¿qué hacer?

Son necesarias más investigaciones como la que realizó la historiadora Ana Sofía Rodríguez Everaert acerca de “El tribunal de las mujeres en Oaxaca”.
viernes, 18 de marzo de 2022 · 21:59

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Desde el sentido de pertenencia al movimiento feminista, muchísimas activistas, de distintas clases sociales, condiciones étnicas y edades salimos a la calle el pasado martes 8 a expresar un anhelo de justicia: ¡basta ya de violencias! Sin embargo, la diversidad de vivencias, intereses y lugares sociales de quienes marchamos también deriva en una diversidad de perspectivas respecto a qué hacer, a cómo incidir en un cambio que destrabe obstáculos estructurales y restañe heridas personales.

Indudablemente una forma de impulsar un cambio que ataje el horror que se vive hoy en México requiere mejorar el acceso a la justicia. Ante las dolorosas denuncias que se han dado, algo indispensable es darlas a conocer y mantenerlas vigentes, pues varies familiares de víctimas lamentan que cuando dejan de ser noticia, los medios dejan de darle seguimiento a los casos. También son necesarias más investigaciones como la que realizó la historiadora Ana Sofía Rodríguez Everaert acerca de “El tribunal de las mujeres en Oaxaca”, un texto extraordinario que la edición electrónica de marzo de la revista Nexos acaba de publicar.

Se trata de un tribunal simbólico, dispositivo que ha utilizado el movimiento feminista para documentar y visibilizar violaciones a los derechos de las mujeres. Organizado al margen del aparato de justicia del estado por un grupo de madres de víctimas junto con el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio y el Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad, una de las organizaciones feministas más reconocidas de la región, se llevó a cabo el 29 y 30 de noviembre de 2021. Estas organizaciones feministas registran 588 feminicidios en el estado de Oaxaca desde 2016, aunque la Fiscalía General de Oaxaca sólo reconoce unos 180. Durante dos días, madres, hermanas y primas de mujeres que fueron víctimas de feminicidio testificaron frente a cinco defensoras de derechos humanos reconocidas dentro y fuera del país por su activismo feminista.

El texto de Rodríguez Everaert transmite la valentía y el dolor de mujeres que llevan años denunciando infructuosamente el horror vivido. “No hay gritos ni llanto descontrolado, pero sus silencios obligan a bajar la mirada”, dice la historiadora, que documenta el horror de la indiferencia burocrática y la corrupción que han enfrentado por sus denuncias. Sin embargo, “ninguna de las mujeres que sube al estrado se oye cansada, al contrario, saben, como lo dijo una de ellas, que los fiscales, jueces y gobernantes le apuestan a que te agotes”.

Rodríguez Everaert se pregunta ¿cuáles pueden ser las consecuencias en la búsqueda de justicia de un tribunal simbólico como éste? ¿Y en las vidas de las mujeres que contarán sus historias?

Su largo y conmovedor reportaje ofrece datos espeluznantes acerca de la situación del aparato de justicia en Oaxaca, que explica –pero no justifica– que las órdenes de aprehensión no se ejecuten o que las investigaciones ignoren hechos notorios como parte de “dinámicas de corrupción, en las que operadores del sistema de justicia dilatan o suspenden ciertos procesos a cambio de dinero. Los policías en el estado de Oaxaca ganan poco más de 8 mil pesos al mes, o sea, 5 mil pesos menos que el salario promedio nacional de un policía estatal”. La historiadora revisa el Índice estatal de desempeño de las Procuradurías y Fiscalías 2019 (Guillermo Raúl Zepeda y Paola Jiménez) y encuentra que Oaxaca, junto con Morelos, está en el último lugar en lo que respecta a la resolución de los homicidios dolosos y que 99.4?% de los casos queda impune.

Rodríguez Everaert relata distintos aspectos del juicio simbólico donde las mujeres que cuentan sus historias dan los nombres de los funcionarios públicos que han sido negligentes o cómplices en el tratamiento de sus casos. “En cuatro de los siete testimonios de feminicidio que escuchamos en estos dos días, las autoridades del sistema de justicia del Estado ya habían dictado una orden de aprehensión contra los culpables. En por lo menos dos, la familia de las víctimas sabe dónde están los asesinos”.

Al Tribunal llegan dos mujeres a denunciar violencias. Las juezas inmediatamente les hacen preguntas prácticas, procedimentales: “¿Tienes una abogada en materia familiar? ¿Y en materia penal? ¿Cómo se llama la juez?”. Rodríguez Everaert señala que estos dos casos devuelven un poco la esperanza, pues “estas mujeres siguen vivas, lo que quiere decir que todavía se puede hacer algo por ellas. Y es que, si algo han demostrado las historias que antecedieron a los testimonios de las recién llegadas, es la recurrencia de señales de alarma previas a los asesinatos”. Las expertas entrevistadas por la historiadora son contundentes: “Es ahí en donde tenemos que concentrar los esfuerzos” para prevenir lo que una de las juezas califica de “feminicidio anunciado”.

El Tribunal Feminista en Oaxaca fue un “espacio de reparación simbólica” para las personas deudas de las víctimas. El riguroso trabajo de Rodríguez Everaert es un modelo de intervención feminista fundamentada que hay que impulsar mucho más en el difícil y escabroso camino hacia la justicia. Tal vez este tipo de denuncia logre mover algo, incluso una autocrítica, en los funcionarios del aparato de justicia. l

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